Nuestra investigación se centra en la utilización de dos marcadores radiactivos, Yodo-129 (T½ =15,7 Ma) y Uranio-236 (T½=23,4 Ma), como trazadores de fenómenos de interés en oceanografía física. Ambos radioisótopos constituyen una herramienta útil en el estudio de procesos tales como mezcla de masas de agua y formación de agua profunda en escala de tiempo de las décadas. Esto permite obtener información de las corrientes oceánicas, lo cual es importante para entender el transporte de calor, relevante en la investigación del clima.
Las bajas abundancias y vidas medias largas de estos radioisótopos hacen impracticable la utilización de técnicas de espectrometría convencionales (α,β,Ϫ) para determinar concentraciones de 129I y 236U en las muestras a analizar. La única técnica capaz de alcanzar el límite de detección requerido para esta investigación es la Espectrometría de Masas con Aceleradores (AMS). Esta permite medir relaciones isotópicas tan bajas como 10-15 entre un radionucleido y sus isótopos estables, lo que puede traducirse en concentraciones del orden de 100.000 átomos por litro.
Nuestra investigación se centra en la utilización de dos marcadores radiactivos, Yodo-129 (T½ =15,7 Ma) y Uranio-236 (T½=23,4 Ma), como trazadores de fenómenos de interés en oceanografía física. Ambos radioisótopos constituyen una herramienta útil en el estudio de procesos tales como mezcla de masas de agua y formación de agua profunda en escala de tiempo de las décadas. Esto permite obtener información de las corrientes oceánicas, lo cual es importante para entender el transporte de calor, relevante en la investigación del clima.
Las bajas abundancias y vidas medias largas de estos radioisótopos hacen impracticable la utilización de técnicas de espectrometría convencionales (α,β,Ϫ) para determinar concentraciones de 129I y 236U en las muestras a analizar. La única técnica capaz de alcanzar el límite de detección requerido para esta investigación es la Espectrometría de Masas con Aceleradores (AMS). Esta permite medir relaciones isotópicas tan bajas como 10-15 entre un radionucleido y sus isótopos estables, lo que puede traducirse en concentraciones del orden de 100.000 átomos por litro.